Cuando es el ocaso en el mundo
Y parece que los sueños se hunden en el mar,
Cuando ya nadie quiere cruzar el océano
Inmenso que arrincona a los pobres,
Surge tu luz, Cristo, y me envía, y me lanza...
Y no hay límites para hacer de tu promesa mi misión…
(Canción de San Francisco Javier)
El 14 y 15 de noviembre, en Pamplona Alta, se llevo a cabo el I Campamento de Formación del Voluntariado Magis. Jóvenes de diferentes edades, con distintas vivencias, con un pasado que marca un presente distinto y un futuro particular, unidos bajo un inmenso ideal, acaso más grande que cualquier otro… ir tras las huellas de Cristo en medio de los pobres, hicieron un alto en sus vidas, tomaron aire y se cargaron de lo que este mundo tanto ansía, esto es amor.
Ser voluntario Magis es decir “Sí” desde el mundo particular en que cada uno vive, decidirse a escapar de la propia burbuja para echar un vistazo en el mundo del otro, el mundo del hermano, hermano porque es uno solo el Padre, y así tomarlo de la mano y consolar sus penas un momento, “tal como Cristo hace…” y ser sus manos, cuando de acariciar se trata, sus pies cuando se trata de acompañar al otro en su camino, ser sus labios cuando de consuelo se necesita.
Ser voluntario Magis, es saber que no se está solo, que jóvenes que están con el pecho inflamado de amor al igual que uno, buscan derramar ese amor sobre el que ya no le queda más que sus penas y carencias, es sonreír, aunque las circunstancias no estén para ello, pero que alguien necesita de esa sonrisa… y aunque quizás sea lo único que se pueda obsequiar, es mucho si con amor se da.
El campamento, juntó a estos jóvenes, desperdigados en distintos lugares, viviendo su voluntariado cada uno personalmente y con su grupo, felices de estar juntos y dejarse abrazar por Cristo en el silencio de la pobreza, pero que al mismo tiempo sentían sus almas deseosas de llorar en el regazo del Padre, porque aunque los labios sonrían, el alma llora de tanta pobreza y miseria vista, los ojos están cansados y los pies flaquean…
En estos dos días, trabajamos con los pobres, abrazamos su causa, vivimos su vida prestada por un momento… y lejos de asustarnos, nos incita a regresar, porque en medio de todo esto, encontramos a Cristo sonriendo, cargando piedras con nosotros, comiendo galletas oreo y canchita quemada… riendo con nosotros, acogiendo nuestros rezos, amando nuestra amistad.
Si sientes un espíritu deseoso de dar más, si sientes que tu corazón busca dar más amor, si quieres abrir tus ojos más allá de la universidad, los amigos, la familia, ven, porque eso es el Magis, es el “Yo puedo dar Más…” , porque como dicen los Jesuitas, has de saber que no estás solo… Tienes compañía.
Rodolfo Mejía Solís
Y parece que los sueños se hunden en el mar,
Cuando ya nadie quiere cruzar el océano
Inmenso que arrincona a los pobres,
Surge tu luz, Cristo, y me envía, y me lanza...
Y no hay límites para hacer de tu promesa mi misión…
(Canción de San Francisco Javier)
El 14 y 15 de noviembre, en Pamplona Alta, se llevo a cabo el I Campamento de Formación del Voluntariado Magis. Jóvenes de diferentes edades, con distintas vivencias, con un pasado que marca un presente distinto y un futuro particular, unidos bajo un inmenso ideal, acaso más grande que cualquier otro… ir tras las huellas de Cristo en medio de los pobres, hicieron un alto en sus vidas, tomaron aire y se cargaron de lo que este mundo tanto ansía, esto es amor.
Ser voluntario Magis es decir “Sí” desde el mundo particular en que cada uno vive, decidirse a escapar de la propia burbuja para echar un vistazo en el mundo del otro, el mundo del hermano, hermano porque es uno solo el Padre, y así tomarlo de la mano y consolar sus penas un momento, “tal como Cristo hace…” y ser sus manos, cuando de acariciar se trata, sus pies cuando se trata de acompañar al otro en su camino, ser sus labios cuando de consuelo se necesita.
Ser voluntario Magis, es saber que no se está solo, que jóvenes que están con el pecho inflamado de amor al igual que uno, buscan derramar ese amor sobre el que ya no le queda más que sus penas y carencias, es sonreír, aunque las circunstancias no estén para ello, pero que alguien necesita de esa sonrisa… y aunque quizás sea lo único que se pueda obsequiar, es mucho si con amor se da.
El campamento, juntó a estos jóvenes, desperdigados en distintos lugares, viviendo su voluntariado cada uno personalmente y con su grupo, felices de estar juntos y dejarse abrazar por Cristo en el silencio de la pobreza, pero que al mismo tiempo sentían sus almas deseosas de llorar en el regazo del Padre, porque aunque los labios sonrían, el alma llora de tanta pobreza y miseria vista, los ojos están cansados y los pies flaquean…
En estos dos días, trabajamos con los pobres, abrazamos su causa, vivimos su vida prestada por un momento… y lejos de asustarnos, nos incita a regresar, porque en medio de todo esto, encontramos a Cristo sonriendo, cargando piedras con nosotros, comiendo galletas oreo y canchita quemada… riendo con nosotros, acogiendo nuestros rezos, amando nuestra amistad.
Si sientes un espíritu deseoso de dar más, si sientes que tu corazón busca dar más amor, si quieres abrir tus ojos más allá de la universidad, los amigos, la familia, ven, porque eso es el Magis, es el “Yo puedo dar Más…” , porque como dicen los Jesuitas, has de saber que no estás solo… Tienes compañía.
Rodolfo Mejía Solís
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