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Memorial del Coloquio 2009:
Somos jóvenes de distintos lugares y culturas del Perú, que vemos nuestra realidad con esperanza y estamos deseosos de ser agentes de cambio e instrumentos de Dios. Nos sentimos parte del mismo espíritu; con Cristo en el horizonte e Ignacio a la cabeza. Hemos venido dispuestos a conocer nuevas experiencias y compartir las nuestras para fortalecer nuestros compromisos que nos hacen más sensibles a las diferentes realidades y necesidades de los menos favorecidos.
El coloquio es Iglesia. Los jóvenes, desde nuestras diferentes culturas, queremos renovar nuestras experiencias de fe, con una mirada en la realidad y otra en el mensaje del Evangelio. El Coloquio ha sido una experiencia cultural y espiritual que nos ha llevado a reflexionar entorno al compromiso que asumimos, como jóvenes ignacianos, con nuestra Iglesia y nuestro Perú.
Comprendemos que ser un joven ignaciano es tener a Dios como horizonte. Esta experiencia nos lleva a servir a los demás con entrega. Hemos descubierto que en el encuentro y el servicio hacia el prójimo hallamos nuestra felicidad. En medio de un mundo en una crisis que se manifiesta en la pobreza, desunión, injusticia, e indiferencia del estado; vemos el futuro como una oportunidad y una invitación a arriesgarnos y concretar nuestros ideales. Creemos que es importante mirar y reconciliarnos con nuestro pasado, aprender de él y desde allí ser capaces de construir un futuro diferente.
Somos jóvenes apasionados por nuestro Perú y su cultura. El coloquio ha logrado unirnos. Hemos sido capaces de adaptarnos en la diversidad porque vivimos en un mismo país y compartimos una misma fe.
Queremos ser agentes de cambio y emprendedores, ello significa soñar mirando constantemente nuestra realidad que cuestiona nuestra vida y nos deja insatisfechos. La realidad no nos basta. Jesús nos invita a mirarla desde el amor y a conocer nuestras luces y sombras para poder ser líderes desde y para el servicio.
Queremos llevar a la práctica ese “amor apasionado” que vamos aprendiendo de Dios y reconociéndolo en tanta gente. Queremos expresar en nuestra forma de ser la pasión que sentimos por este mundo, haciendo del amor la base de nuestro actuar.
Por eso proponemos:
- Reforzar y formar los “concejos juveniles ignacianos locales” con el objetivo de conocernos y desarrollar un plan común de nuestras diferentes comunidades y actividades. Para ello convocar una vez al año a los/as coordinadores de cada uno de los concejos locales formando una red nacional juvenil, con el objetivo de ayudarnos en esta unión y preparar juntos el siguiente encuentro nacional ignaciano (COLOQUIO) como primera actividad.
- Tener los encuentros nacionales ignacianos en diferentes ciudades del Perú. El primer paso para ello es hacer réplicas en cada una de nuestras regiones de los COLOQUIOS vividos hasta ahora y promover el intercambio de experiencias.
- Elaborar Proyectos comunes en Formación y Servicio para que todos podamos vivir un mismo sentir ignaciano en la Iglesia y la sociedad. Estos proyectos tienen que ser constantemente promovidos y evaluados.
- Utilizar la tecnología a nuestro alcance, en especial los medios de comunicación, para acercarnos y reforzar los vínculos que han nacido estos días y llamar a más jóvenes a unirse a este proyecto. Si tienes celular, dúate con Dios; si usas Facebook, que Él esté en tu top de amigos; y si usas Messenger, no le pongas no admitir.
Finalmente, queremos dar a gracias a todos los participantes por compartir sus experiencias y sus sueños; a la casa que nos acoge y a todo el equipo que nos ha atendido; a los jesuitas por llamarnos a compartir la experiencia del amor de Dios en los jóvenes, y a ellos pedirles que nos sigan acompañando en nuestra formación para ser y vivir el fuego que hemos recibido de Dios, el fuego que desde hoy queremos trasmitir al mundo entero.
El coloquio es Iglesia. Los jóvenes, desde nuestras diferentes culturas, queremos renovar nuestras experiencias de fe, con una mirada en la realidad y otra en el mensaje del Evangelio. El Coloquio ha sido una experiencia cultural y espiritual que nos ha llevado a reflexionar entorno al compromiso que asumimos, como jóvenes ignacianos, con nuestra Iglesia y nuestro Perú.
Comprendemos que ser un joven ignaciano es tener a Dios como horizonte. Esta experiencia nos lleva a servir a los demás con entrega. Hemos descubierto que en el encuentro y el servicio hacia el prójimo hallamos nuestra felicidad. En medio de un mundo en una crisis que se manifiesta en la pobreza, desunión, injusticia, e indiferencia del estado; vemos el futuro como una oportunidad y una invitación a arriesgarnos y concretar nuestros ideales. Creemos que es importante mirar y reconciliarnos con nuestro pasado, aprender de él y desde allí ser capaces de construir un futuro diferente.
Somos jóvenes apasionados por nuestro Perú y su cultura. El coloquio ha logrado unirnos. Hemos sido capaces de adaptarnos en la diversidad porque vivimos en un mismo país y compartimos una misma fe.
Queremos ser agentes de cambio y emprendedores, ello significa soñar mirando constantemente nuestra realidad que cuestiona nuestra vida y nos deja insatisfechos. La realidad no nos basta. Jesús nos invita a mirarla desde el amor y a conocer nuestras luces y sombras para poder ser líderes desde y para el servicio.
Queremos llevar a la práctica ese “amor apasionado” que vamos aprendiendo de Dios y reconociéndolo en tanta gente. Queremos expresar en nuestra forma de ser la pasión que sentimos por este mundo, haciendo del amor la base de nuestro actuar.
Por eso proponemos:
- Reforzar y formar los “concejos juveniles ignacianos locales” con el objetivo de conocernos y desarrollar un plan común de nuestras diferentes comunidades y actividades. Para ello convocar una vez al año a los/as coordinadores de cada uno de los concejos locales formando una red nacional juvenil, con el objetivo de ayudarnos en esta unión y preparar juntos el siguiente encuentro nacional ignaciano (COLOQUIO) como primera actividad.
- Tener los encuentros nacionales ignacianos en diferentes ciudades del Perú. El primer paso para ello es hacer réplicas en cada una de nuestras regiones de los COLOQUIOS vividos hasta ahora y promover el intercambio de experiencias.
- Elaborar Proyectos comunes en Formación y Servicio para que todos podamos vivir un mismo sentir ignaciano en la Iglesia y la sociedad. Estos proyectos tienen que ser constantemente promovidos y evaluados.
- Utilizar la tecnología a nuestro alcance, en especial los medios de comunicación, para acercarnos y reforzar los vínculos que han nacido estos días y llamar a más jóvenes a unirse a este proyecto. Si tienes celular, dúate con Dios; si usas Facebook, que Él esté en tu top de amigos; y si usas Messenger, no le pongas no admitir.
Finalmente, queremos dar a gracias a todos los participantes por compartir sus experiencias y sus sueños; a la casa que nos acoge y a todo el equipo que nos ha atendido; a los jesuitas por llamarnos a compartir la experiencia del amor de Dios en los jóvenes, y a ellos pedirles que nos sigan acompañando en nuestra formación para ser y vivir el fuego que hemos recibido de Dios, el fuego que desde hoy queremos trasmitir al mundo entero.
Huachipa, 1 de noviembre de 2009
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