El domingo 11 de julio se realizó la Hamburguesada del Magis Arequipa, tuvimos un pequeño campeonato entre los grupos juveniles, donde todos nos divertimos mucho, y la barra del Magis se hizo notar. Después compartimos una hamburguesa preparada por nuestros excelentes cocineros, luego todos juntos miramos la final del Mundial, algunos estaban a favor de España y otros a favor de Holanda, pero eso no importó porque al final lo importante era pasar un buen momento. Y terminamos la mañana con las rifas (que todos nos esforzamos en vender por nuestros niños y ancianos) y los Premios Magis, donde muchos de los voluntarios fueron premiados con un toque de humor. Con esta actividad se cerró el semestre en el Magis.
En todo este semestre he aprendido demasiadas cosas, y es que en el poco tiempo que he estado en el Magis he podido encontrar una gran familia, que ahora es mi gran familia, desde la primera jornada me acogieron con tanto cariño, que parecía como si yo ya hubiera pertenecido mucho tiempo, desde esa primera vez no he podido dejar de asistir a las reuniones. Rápidamente me encontré cautivada por esa vocación de servicio, por esas ganas de dar lo mejor de cada uno para poder poner una sonrisa en esos niños y esos abuelitos que estoy segura que todos estamos extrañando ahora que estamos de vacaciones.
El Magis simplemente se ha vuelto algo esencial para mí, es la manera de complementar perfectamente mi vida. Como decía Pedro Arrupe “…Aquello de lo que te enamores, lo que arrebate tu imaginación, afectara TODO…” Yo creo que todos los voluntarios estamos enamorados del servicio, eso es lo que le da sentido a nuestras vidas.
Solo me queda darle gracias a Dios por haber podido conocerlo más a través del Magis y darle gracias a cada uno de los voluntarios que aunque cada uno sea diferente, con diferentes carreras, diferentes actitudes, con diferentes estilos de vida, me enseñaron a amar, cada uno a su manera, pero me la enseñaron, gracias por todo el cariño, por brindarme apoyo cuando más lo necesitaba, por confiar en mí en todo este semestre, este fue un semestre que definitivamente valió la pena vivir porque aprendí a amar y servir hasta que duela.
Ana Lucía Díaz Ramos
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